Parece mentira, pero hubo un tiempo en que Pontevedra soñaba con alcanzar el esplendor de Roma. La ciudad gallega, bañada por la ría que lleva su nombre y abierta al Atlántico, reunía todas las condiciones para convertirse en un enclave de poder: un puerto natural de aguas profundas que miraba a América, una sociedad educada y próspera, y una estrecha relación con la poderosa Iglesia católica.
Los siglos han cambiado el mapa del poder, y los centros de riqueza se han desplazado a otras latitudes. Sin embargo, la Pontevedra de hoy conserva un encanto que la convierte en destino obligado para quienes buscan historia, gastronomía y cultura. Y, además, ha sabido adaptarse a un fenómeno creciente: el turismo en autocaravana.
En esta crónica viajera, recorreremos su centro histórico, exploraremos sus mercados y plazas, y descubriremos por qué su área de autocaravanas, gratuita y estratégicamente ubicada, se ha ganado el reconocimiento de miles de visitantes.
Una ciudad que respira historia
Caminar por Pontevedra es sumergirse en siglos de memoria. La lluvia gallega —esa fina cortina que impregna las piedras y realza los colores de la ciudad— acompaña al visitante como parte inseparable de su identidad. “La lluvia es el alma de Galicia”, suelen decir los locales, y basta un día gris para comprender la fuerza de esa afirmación: calles empedradas brillantes, plazas silenciosas y el aroma a café recién hecho escapando de los bares.
El centro histórico se recorre mejor a pie. Sus dimensiones compactas permiten que, en cuestión de minutos, el visitante pase de las calles medievales a las plazas monumentales. Es imposible no detenerse ante la Basílica de Santa María la Mayor, una joya gótico-renacentista que custodia siglos de devoción marinera. También destacan la Iglesia de la Virgen Peregrina, con su planta en forma de concha, la Iglesia de San Francisco, de estilo gótico, o las ruinas de Santo Domingo, que evocan la grandeza perdida de la arquitectura religiosa.
Pero Pontevedra no es solo monumento. Es también la suma de esos rincones pequeños y escondidos: calles estrechas, soportales que invitan a resguardarse de la lluvia y plazas donde la vida cotidiana late con intensidad.
El mercado, alma marinera
Uno de los espacios más auténticos de la ciudad es el Mercado de Pontevedra. En la planta baja, los puestos rebosan frutas, verduras y, sobre todo, pescado. La cercanía del mar convierte a este mercado en un verdadero santuario gastronómico. Merluzas, sardinas, mariscos y otros tesoros de la ría llegan frescos cada día, reflejando la importancia del Atlántico en la vida local.
En la planta superior, hace algunos años, funcionaban pequeños bares y chiringuitos donde se podía probar lo que se vendía abajo. Durante la visita reciente, estos espacios estaban cerrados, un signo preocupante de la fragilidad de las tradiciones en tiempos modernos. Sin embargo, el mercado sigue siendo un lugar imprescindible para quienes quieren sentir la esencia de la ciudad.
Perderse bajo la lluvia
Hay quienes piensan que un día de lluvia arruina cualquier paseo. En Galicia ocurre lo contrario: la lluvia le añade un encanto particular a la experiencia. Pasear por Pontevedra en un día gris es descubrir otra dimensión de la ciudad, más íntima, más auténtica.
Los cafés se llenan, los paraguas se entrecruzan en las plazas y las fachadas medievales parecen revivir su melancolía. Para el viajero, estos momentos son una invitación a detenerse, observar y entender que las ciudades no solo se disfrutan por sus monumentos, sino también por la forma en que laten bajo las inclemencias del clima.
Comer bien y barato
Galicia es sinónimo de buena mesa. En Pontevedra, esta regla se cumple con creces. El viajero puede disfrutar de una gastronomía rica y variada a precios sorprendentemente bajos en comparación con otras regiones de España.
Pulpo a la gallega, empanadas, mariscos y vinos blancos como el albariño conforman un menú irresistible. Comer aquí no es un lujo, sino parte de la vida diaria. Por eso, los restaurantes, tabernas y bares se convierten en puntos de encuentro donde locales y visitantes comparten mesa sin prisa.
El área de autocaravanas: un modelo a seguir
Uno de los grandes aciertos de Pontevedra es su área para autocaravanas, gestionada directamente por el ayuntamiento. Se encuentra a menos de un kilómetro del centro histórico, junto al Ponte dos Tirantes, lo que permite acceder a pie en apenas 15 minutos. Su ubicación es ideal: lo suficientemente cerca del corazón de la ciudad para no depender del coche, pero también en una zona tranquila que facilita el descanso.
Este espacio ofrece aproximadamente 20 plazas, con capacidad para vehículos de distintos tamaños. Aunque los espacios son algo estrechos, su longitud permite que la mayoría de autocaravanas se acomoden sin problemas. La estancia está limitada a 72 horas, y la policía local controla que se cumpla la norma. Esta restricción, aunque pueda incomodar a algunos, garantiza la rotación de plazas y evita que el área se convierta en un estacionamiento permanente.
Los servicios son completos: dos puntos para cargar agua potable, dos áreas para vaciar aguas grises y negras, y todo ello en funcionamiento gratuito. En temporada alta, el área suele llenarse temprano, lo que obliga a planificar la llegada antes del mediodía. No obstante, la relación calidad-precio es insuperable: disfrutar de una ciudad monumental como Pontevedra desde un espacio gratuito y funcional es un privilegio.
No sorprende que en Google acumule más de 800 reseñas, en su mayoría positivas, lo que confirma la satisfacción de los viajeros.
Una experiencia humana
Más allá de los datos prácticos, lo que hace especial a Pontevedra es su escala humana. A diferencia de otras ciudades más grandes o masificadas, aquí el viajero se siente parte del lugar. Las distancias cortas, la hospitalidad gallega y el ambiente tranquilo crean una experiencia cercana y acogedora.
Quienes recorren Europa en autocaravana valoran especialmente estas características. No se trata solo de encontrar un espacio donde estacionar, sino de integrarse en la vida de la ciudad, gastar en sus comercios, degustar su gastronomía y participar, aunque sea por unos días, de su cotidianidad.
Una ciudad que mira al futuro
Pontevedra ha sabido reinventarse. De aquella urbe medieval que aspiraba a rivalizar con Roma, queda un legado monumental que hoy convive con una ciudad moderna, accesible y pensada para las personas. Su política de movilidad sostenible, que prioriza al peatón frente al automóvil, ha convertido a la ciudad en un referente europeo en urbanismo.
Ese mismo espíritu se refleja en la apuesta por el turismo responsable: un área de autocaravanas gratuita, integrada en la ciudad, que fomenta un modelo de visita sostenible y cercano.
Calificación del área
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Ubicación: ⭐⭐⭐⭐
Menos de un kilómetro del centro, con fácil acceso a pie. -
Servicios: ⭐⭐⭐⭐
Agua potable, vaciado de aguas negras y grises, todo en condiciones óptimas. -
Relación calidad-precio: ⭐⭐⭐⭐
Gratuita, con limitación de 72 horas para garantizar la rotación.
Pontevedra es mucho más que una parada en el camino. Es una ciudad que respira historia, que se disfruta bajo la lluvia y que ofrece al viajero la posibilidad de vivir una experiencia auténtica sin prisas ni artificios.
Para quienes viajan en autocaravana, su área gratuita es un ejemplo de cómo los ayuntamientos pueden apoyar este tipo de turismo, integrando a los visitantes en la vida urbana y ofreciendo servicios de calidad.
Visitar Pontevedra es descubrir que las ciudades no se miden solo por su pasado glorioso o por sus monumentos, sino por la capacidad de acoger, sorprender y enamorar a quienes deciden recorrerlas. Y en eso, Pontevedra tiene mucho que enseñar.
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